Soldados de Salamina es una película dirigida por David Trueba y está basada en la novela de Javier Cercas. Se trata de una escritora que descubrió su humanidad cuando investigaba como un famoso poeta eludió a la muerte en manos de un joven soldado.
Es una película conmovedora que invita al espectador a mirar la Guerra Civil española, a un nivel más personal. La escena de apertura es un collage de fotos blanco y negro de las víctimas de la guerra que cambia lentamente hasta la actualidad pero sigue mostrando los recuerdos de la guerra. El entrelazamiento del pasado y el presente es un tema recurrente a lo largo de la película. La conexión entre la Guerra Civil española y la España de 2004 junto con la moderada música de fondo crea una atmósfera que es emocional sin ser demasiado dramática. La cinematografía y el sonido permiten al espectador saborear cada escena y cada conversación sin distracciones innecesarias. Además, la importancia de la guerra y su efecto en la psique se destacan en los trajes de la película casi monocromáticos con la excepción de la aparición de azul y rojo (tal vez para simbolizar la sangre y la violencia) en varias escenas.
Lola, la escritora, es interpretada convincentemente por Ariadna Gil. Lola y su idiosincrasia hacen de ella un personaje creíble por sus imperfecciones la hacen más humana y los espectadores pueden llegar a identificarse con ella. La atracción de Lola por un hombre y una mujer es sólo una manifestación de su humanidad. A pesar de sus creencias éticas, de trabajo e intelecto, también tiene sus debilidades. Como mucha gente normal, ella acepta las críticas con humor y se convirtió no solo una mejor escritora, sino también en una mejor persona.
Ramon Fontserè interpretó Rafael Sánchez Mazas, el poeta que vive debido a la bondad de un soldado desconocido. Él es creíble en cada escena porque tiene un comportamiento tranquilo que hace que el espectador simpatice con él en su lucha por salvarse a sí mismo. Sus ojos y sus gafas transmiten inteligencia y respeto.
El viaje de Mazas fue recorrido por Lola. La secuencia de imágenes que se le ofrece al espectador es una experiencia virtual de estar con ellos mientras caminaban por esos mismos lugares, pero en condiciones diferentes 65 años atrás. El contraste entre los viajes es palpable e innegable, pero tienen una gran conexión emocional. Sin embargo, el viaje más importante de Lola es su visita a Antonio Miralles interpretado por Joan Dalmau, la persona que perdona la vida al poeta Mazas. Sin confirmar las creencias de Lola acerca de su identidad, Miralles abre sus ojos a los verdaderos horrores de la guerra— pérdida de las vidas de jóvenes que nadie recuerda. Después de su conversación con Miralles, Lola cambia su perspectiva sobre la guerra y la vida en general.
Recomiendo esta película debido a su cinematografía magistral, entrañables personajes e interesantes puntos de vista sobre la guerra. Aborda la guerra desde una perspectiva personal y les pone cara a las miles de víctimas anónimas sin ser sermoneadora y desde un punto de vista objetivo. Además, me gusta el final porque le da al espectador la opción de continuar la historia según su imaginación. Por último, reitera que la vida es para ser vivida al máximo. ¡Carpe diem!